Mujeres Zapatistas

Mujeres Zapatistas

sábado, 29 de marzo de 2014

EL FRAYBA SE FUNDO ANTES DEL LEVANTAMIENTO INDIGENA ZAPATISTA DE 1994 Y DESPUES DE LA FUNDACION DEL EZLN EN 1983



Aunque comenzó en Chiapas, su acción ha contribuido a la evolución local y nacional
Con las palabras ¡Esto no debe ser así! el Frayba rompió a hablar hace 25 años
Con el alzamiento zapatista el centro quedó en el ojo del huracán de los derechos humanos


San Cristóbal de las Casas, Chis., 28 de marzo. El Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas, Frayba, es pionero en México en el ejercicio de dicha defensoría, de la cual ningún Estado que se diga democrático puede hoy desentenderse. Fundado en marzo de 1989 por el obispo Samuel Ruiz García en la calle 5 de Febrero de esta ciudad, nace en un contexto local de alarmantes desigualdad, discriminación y explotación hacia los pueblos mayas de un Chiapas aún feudal. La vida de los indios no valía más que la de una gallina, según expresión de un ganadero al filo de 1993. Hasta hace poco aquí existían el acasillamiento, el derecho de pernada, la brutalización deliberada, la esclavitud.
Pero también se desarrollaba un cada día menos aislado proceso de conciencia, organización, reivindicación de identidades y derechos colectivos en los pueblos tzotziles, choles, tzeltales, tojolabales. Fueron actores clave en dicho proceso el obispo y la muy original organización de su diócesis, en la vertiente del Concilio Vaticano II que con el tiempo se llamaría de la liberación; también organizaciones campesinas independientes vinculadas a movimientos nacionales. Otro actor, controvertido, fueron las iglesias cristianas, en su mayoría difundidas inicialmente por misioneros estadunidenses, promoviendo la búsqueda de la prosperidad bajo valores individualistas, en contradicción con el comunitarismo ancestral que el catolicismo no erradicó.
Presidido por el combativo Raúl Vera López, ex obispo auxiliar de Samuel Ruiz y hoy titular de la diócesis de Saltillo, el Frayba se ha independizado de la estructura eclesiástica y se inserta en el espacio ciudadano en las montañas de Chiapas sin traicionar su objetivo original de 1989: la defensa de los derechos de las personas en sus dimensiones individuales y comunitarias, preferentemente de los pobres. Comienza el sexenio de Carlos Salinas de Gortari. Y el de Patrocinio González Garrido en Chiapas.
Lo primero que denuncia el Frayba es el carácter antidemocrático y anticonstitucional de las reformas al código penal de diciembre de 1988 en Chiapas, y describe la situación de la hora tomando como punto de inflexión el Congreso Nacional Indígena realizado en San Andrés Larráinzar en 1974, donde muchos analistas ubican el arranque del proceso liberador de los pueblos. Cita las represalias: Esta situación encuentra su punto álgido al iniciarse la década de los ochenta, cuando en Wolonchán la población es salvajemente reprimida con saldo de varios muertos (no hubo quien los contara) y heridos. En El Paraíso, de Venustiano Carranza, son cruelmente masacrados nueve campesinos.
La historia negra de Chiapas, dijo el Frayba en su primer día, es difícil de medir. Tan sólo según fuentes públicas, entre enero de 1974 y julio de 1987 se presentaron 4 mil 731 casos de acciones represivas: asesinatos, heridos y lesionados, detenidos y presos, secuestrados y torturados, desaparecidos, atentados, expulsiones de familias, violaciones, golpeados, desalojos, allanamientos de morada, saqueo de oficinas y archivos, acordonamiento policiaco, robo de documentación agraria, represión a marchas y mítines, destrucción de viviendas, iglesias y escuelas. Todo un temario. El trabajo sería combatir el silencio.

El señor José Torres López muestra la foto de su hijo asesinado, José Tila García, al participar en el Tribunal Permanente de los Pueblos, que sesionó en diciembre pasado en la comunidad Susuclumil, municipio de Tila, donde el grupo paramilitar Paz y Justicia perpetró delitos contra la población cholFoto Moysés Zúñiga Santiago
Indignación y rebeldía
Confrontamos una realidad injusta y deshumanizante que provoca en nosotros una indignación y una rebeldía que nos hace decir: ¡Esto no puede, no debe ser así! Son las primeras palabras del Frayba hace 25 años, cuando un equipo, en el que participaban Concepción Villafuerte, Gonzalo Ituarte y Francisco Hernández de los Santos comienza a contar las historias y despertar las memorias del agravio y la ilegalidad del poder.
En la capital del país surgían centros similares. El propio gobierno modernizador debió establecer su Comisión Nacional de Derechos Humanos. Pero la defensoría en Chiapas era casi tan peligrosa como las luchas y la mera existencia de los pueblos indios. Sin el paraguas de la Iglesia católica hubiese sido inviable. En enero de 1994 las circunstancias del centro cambiaron dramáticamente con el levantamiento del EZLN y la participación del obispo en la mediación entre los rebeldes y el gobierno. El Frayba, dirigido por el entonces sacerdote Pablo Romo, queda en el ojo del huracán. Ahora debía defender los derechos de los pueblos en medio de una guerra que, si bien sus combates duraron 12 días, se han desarrollado sin reposo por 20 años la militarización y la guerra encubierta en múltiples frentes.
Gonzalo Ituarte, cercano colaborador de don Samuel, celebró en días pasados la aportación del Frayba a la evolución de Chiapas y de México, a la acción y el pensamiento de los pueblos, las comunidades, la sociedad civil y la Iglesia misma. Además de cubrir el campo de la promoción y defensa de los derechos humanos, “ha aportado con su acción al fortalecimiento de iniciativas populares, de organismos no gubernamentales, de esfuerzos de mediación –particularmente con la Conai (Comisión Nacional de Intermediación)–, con un papel muy relevante y no suficientemente analizado en la complejidad del conflicto armado no resuelto en Chiapas y sus múltiples efectos colaterales”.
Acrecienta legitimidad
A partir de 1996 el Frayba queda conformado sólo por laicos, algunos de ellos indígenas. Lo dirigen sucesivamente dos mujeres (Marina Patricia Jiménez y Blanca Martínez Bustos). Se enfrenta a las grandes tragedias del periodo (Chenalhó, El Bosque, la zona Norte) y acrecienta su legitimidad ante los pobres, incluyendo a los pueblos zapatistas. El Estado se ve obligado a tomarlo en serio y para los sucesivos gobernadores se convertirá en una obsesión, como todo lo que sale de su radar propagandístico. Roberto Albores Guillén, Pablo Salazar Mendiguchía y Juan Sabines Guerrero, así como los servicios federales de inteligencia, no escatiman esfuerzos para vigilarlo, amedrentarlo, difamarlo. Los intentos de cooptación son intensos y dos ex directores (Marina Patricia Jiménez y Diego Cadenas) se incorporan a gobiernos estatales, lo cual sólo reforzaría la independencia del proyecto colectivo como voz, acompañante, asesor, defensor legal de pueblos e individuos determinados a sacudirse la opresión, el abuso y la humillación.
(HERMANN BELLINGHAUSEN, tomado de La Jornada, Sábado 29 de marzo de 2014, p. 13, en: http://www.jornada.unam.mx/2014/03/29/politica/013n1pol)

jueves, 27 de marzo de 2014

Cuento Zapatista: El yo y el Nosotros

por Sub Comandante Marcos

Según nuestra tradición cultural, el mundo fue creado por varios dioses. Unos dioses muy bailadores, muy reventadores —también decimos—, que no lo hicieron cabal. Dejaron cosas pendientes, o cosas que se hicieron mal. Una de ellas fue que no hicieron a los hombres y mujeres cabales, todos, es decir, de buen corazón. Sino que se les salió por ahí algún gobernador, o algún presidente del país que salió con el alma mala y con el corazón chueco. Cuando se dieron cuenta los dioses de esta injusticia, de que había hombres y mujeres que estaban viviendo a costa de los demás, quisieron ayudar algo a los hombres y mujeres de maíz. A los pueblos indios de este país. Y para ayudarlos les quitaron una palabra: les quitaron el “yo”. En los pueblos indígenas, en los de raíces mayas y en muchos pueblos de este país, la palabra “yo” no existe. En su lugar se usa el “nosotros”. En nuestras lenguas mayas es el “tic”. Esa terminación de “tic”, que menciona al colectivo o a la colectividad, se repite una y otra vez. Y no aparece por ningún lado el “yo”. “Nosotros no tememos morir luchando”, decimos nosotros. Nunca hablamos en singular. El “tic” que se repite una y otra vez en nuestras lenguas, viene a ser como el tic-tac de ese reloj que nosotros queremos llegar, para ser parte de este país, sin ser una vergüenza para él, una afrenta o un motivo de burla o de limosna. 

Presentación del libro Luchas "Muy otras" y cantautora Marisol


miércoles, 26 de marzo de 2014

SOLIDARIDAD CON LOS ZAPATISTAS REGIÓN CENTRO-SUR

http://enlacezapatista.ezln.org.mx/2014/03/25/solidaridad-con-los-zapatistas-de-region-centro-sur-de-la-rvsr/

Crónica: De cuando aprendí a caminar y después, a través de la Escuelita Zapatista, a mirar el camino

Por María Jimenez


Tenía 20 años y no podía ni quería moverme. Así nomás. Pero ese primero de enero de 1994 no sólo me sostuve sobre mis piernas, sino que aprendí a caminar, y además miré por primera vez a otras y otros que nunca había tenido la oportunidad de conocer y que son los indios de Chiapas, ese lejano y desconocido estado del sureste mexicano. Tampoco sabía que los indios de mi país –y del mundo- sufrían así, del despojo y de la invisibilidad, y que además no estaban dispuestos a seguir oprimidos.

Acompañé a la distancia su camino por la reivindicación de sus derechos al tiempo que alimentaban mis fuerzas y mente para reivindicar los míos. Yo también vivía sometida, sin oportunidades, sin futuro ni alegría. Pero poco a poco, como los caracoles, fui dando pasitos junto a los enormes pasos de ellos.
Hoy con orgullo declaro que soy egresada del 1er. Nivel de la Escuelita Zapatista, a la que pude asistir porque aprendí a caminar y a mirar gracias a estos compañeros de sueños; tanto les debo que ni sabiendo hablar tzeltal o tzotzil, o la lengua de cada una de ellas y ellos, podría expresar mi gratitud, entre otras causas porque no lo han hecho solo por mí, sino por todos, y con todos me refiero al género humano que habita este planeta.
Y bueno, algunos pensarán que de plano exagero porque los admiro, pero no, fuera sentimentalismos paternalistas, discriminaciones positivas, imágenes idealizadas de indios inocentes y limpios de corazón. Hay que decir la verdad aunque quedemos en vergüenza, y es que en nuestro país ya habíamos perdido el rumbo que alguna vez orientó una revolución que el Estado se ha esmerado en desaparecer.
La situación mundial no tenía perspectivas de esperanza, los poderes hegemónicos parecían intocables e indetenibles.
Es en ese estado de cosas que los compañeros indígenas zapatistas declaran la guerra al exterminio, y además enarbolan causas que nadie más reclamaba, muchas de ellas coincidentes con clamores internos y personales que nunca pensé que se pudieran hacer valer en sociedad, como el respeto y la dignidad de las mujeres o denunciar los criterios estéticos que nos oprimen desde que comienza nuestra vida.
Ahora, con el regreso del decrépito PRI, que no es más que una oficina de gestión e imposición neoliberal operando con viejos artilugios criminales, es que las compañeras y compañeros zapatistas convocan a la Escuelita Zapatista.

Pero ¿qué es la Escuelita Zapatista?
Es un llamado urgente a luchar por nuestra patria, a defender nuestra dignidad, nuestros bosques, ríos, lagos, recursos del subsuelo, playas, cielo, desiertos, cultura e historia que como nación mexicana y como personas comprometidas con el mundo, tenemos que proteger.
Una convocatoria a la solidaridad, a la organización, a la resistencia, al respeto y a la construcción de acuerdos. Una solicitud para olvidarnos del tu y yo y declarar al nosotros como rector de nuestro diario vivir, es renunciar al ejercicio del poder y de la vanagloria.
También es una oportunidad para ver la experiencia viva, vigente, poderosa  y profunda de la convicción zapatista en las comunidades, sus formas de gobierno, su flexibilidad y su respeto por los usos que entre todos han ido forjando para lograr lo que acordaron, sin padrinos sociales gubernamentales o activismos delirantes, sino con trabajo y comunicación, habla y escucha verdaderas. Un lugar en donde la palabra tiene peso, fuerza y dirección y la representación de las bases es respetada y acatada porque sencillamente es real.

  La Escuelita es esto y muchas cosas más, seguramente, pero quizá algunas y algunos quieran saber en qué consiste, ¿cómo funciona? ¿Cómo se aprende? Para responder a esto, les ofrezco lo único que tengo, que es mi experiencia.
Primero se juntan muchas orejas atentas y curiosas a través de los comunicados; en mi caso, fue uno de los días más felices de mi vida cuando llegó la invitación por correo electrónico, pero muchas personas solicitaron ser invitadas y recibieron su respuesta positiva.
Aquellos que les llegó la palabra y la invitación, posteriormente llenaron un cuestionario con datos muy básicos que se devuelve de forma electrónica para recibir la clave de preinscripción.
Ya después me fui dando una idea de cómo sería lo de la escuelita a través de los comunicados emitidos por el EZLN por medio de Enlace Zapatista y otras fuentes replicantes.
Luego de presentarme en el CIDECI Universidad de la Tierra, San Cristóbal de las Casas, Chiapas, registrarme y adquirir los libros de texto, me preparé para abordar el transporte que las compañeras y compañeros zapatistas habían alistado para repartir a  los alumnos a los 5 diferentes caracoles.
Mientras uno aguarda en la parte posterior de un camión de redilas va mirando primero, la belleza impactante del paisaje -su topografía majestuosa, la vegetación que estalla dando la bienvenida-, en compañía de otras personas, diversas en edades, género, gustos, idiomas, nacionalidades, culturas, nivel socioeconómico y educativo.
  Ése es un primer encuentro con el aprendizaje y el escuchar y el hablar; porque habrá que romper el turrón e iniciar la plática con los viajeros, las primeras veces con preguntas tontas, pero con buena intención, con curiosidad o con atrevimiento. Ahí me doy cuenta que casi todas las alumnas y alumnos vienen con una disposición que se parece a la mía, que es de oídos abiertos, mente alerta, y con un corazón que cuidadosamente conserva su capacidad de asombro y ternura.
De cualquier manera, hay que estar al pendiente de nuestras palabras, que por costumbre suelen ser discriminadoras, hay que tener respeto por las otras historias, como las del País Vasco, o como las de los amigos de Ciudad Juárez, hay que compartir la historia propia sin matar de aburrimiento o pretender dar una cátedra.
Se hacen breves las horas de camino con la esperanza y la alegría que caracteriza estos trayectos. Al llegar al Caracol, las compañeras y compañeros nos dan un recibimiento musical y presencial, hay fiesta, fanfarrias y solemnidad para la formación y asignación del votán a cada uno de los estudiantes.
Posteriormente viene el alimento para el cuerpo: riquísimos frijolitos negros, tostadas de maíz, cafecito y el calor humano complementan nuestra dieta.
Al día siguiente, muy tempranito y después de saludar a la selva lacandona de lejecitos, tomamos un desayuno y nos alistamos junto con nuestros votanes para la primera etapa de la Escuelita. En el auditorio del Caracol escuchamos los testimonios de varias compañeras y compañeros zapatistas acerca de sus experiencias durante los veinte años que llevan en autonomía. Algunos formulan preguntas y son respondidas. Por la tarde, partimos hacia las diferentes comunidades asignadas.
Así es como fui a dar a San Pedro, una comunidad cerca de Ocosingo, cerca del cielo e instalada en la autonomía zapatista. Los habitantes de San Pedro, ancianas, ancianos, mujeres, hombres, niñas y niños, de pie uno a lado del otro, cubiertos sus rostros, sosteniendo las banderas mexicana y zapatista, extendiendo sus manos para saludar a los cinco estudiantes. Los músicos tocando corridos rebeldes, el sol ocultándose, nosotros impresionados de la fuerza y la esperanza del momento y de cada acto.
Nos condujeron a una meseta desde donde se podía dominar una buena extensión de San Pedro, dicen los compañeros que era el lugar en que se ubicaba la casa del hacendado y antiguo dueño de las tierras. Frente a la iglesia y sentados en bancas junto a nuestros votanes, participamos de los actos cívicos más honestos que hayamos tenido, cantando los himnos nacionales y zapatista y saludando a las banderas, por supuesto con nuestro brazo izquierdo.
No puedo describir cómo me sentí en ese momento, ahí estaban sentados en las bancas del otro lado las compañeras y compañeros zapatistas, con el atardecer tras de ellos, con sus paliacates y sus pasamontañas, en realidad miraba sus siluetas, con sombreros, con bebés a cuestas, concentrados en saludar a la bandera, dedicados a mostrarnos su sentir zapatista, ellos, los habitantes originarios de estas tierras recuperadas, ¡ah que gozo me inundó el corazón cuando miré esas hermosas tierras re-cu-pe-ra-das!, a esos compañeros dueños de su trabajo, de su futuro, ¡es que es enorme lo que hicieron y nosotros no podemos dejar de verlo!

Cuando terminaron los momentos solemnes, como siempre, la hospitalidad se abrió paso y nos llevaron a un comedor comunitario donde nos ofrecieron un riquísimo tamal de frijolitos acompañado de un atole delicioso.
Los maestros de la Escuelita Zapatista son los compañeros que reciben en sus casas a los alumnos. El promotor educativo de la comunidad, su esposa y sus hijos fueron mis maestros. La casa de mis maestros es una cabañita de madera a la que no le hace falta nada, es el lugar más perfecto que he conocido, habitada por una familia trabajadora, alegre y libre, en donde pude medir mis escasas fuerzas al ayudar a desgranar y moler el maíz para echar las tortillas, cosechar y limpiar el frijol, lavar los trastes, barrer la estancia. Por las tardes lectura de los libros de texto de la Escuelita, acompañada por la familia, cada quien haciendo distintos trabajos. En todo momento me sentí parte del grupo.
También acompañamos el trabajo comunitario que consistió en limpiar un terreno de la comunidad -ayudé un poquito a chaponear con machete, siguiendo las indicaciones de los compañeros y compañeras, preocupados porque no tuviera un accidente- y pasado un tiempo, tomamos el tradicional descanso para beber pozol con chile y sal.
Visitamos las gallinas del colectivo de mujeres, quienes se reparten la asistencia al gallinero para alimentar a las aves y cuidarlas, cada día le toca ir a dos mujeres distintas. En otra ocasión visitamos las vacas del colectivo municipal, teniendo que pasar por riachuelos, pantanos y cañadas hermosamente enlodadas, que por supuesto no muy dignamente pude atravesar. Presenciamos la aplicación de vacunas a las vacas del colectivo de la comunidad y pudimos tomar algunas fotografías de las compañeras y compañeros.
El votán de uno de los alumnos es promotor de salud, y nos mostró el lugar donde realizan consultas, nos habló de cómo se capacitan y trabajan coordinadamente con médicos y ponderando los remedios naturales, aprovechando la sabiduría tradicional. Ya no puedes mirar a las plantitas silvestres de la misma forma después de saber sus usos. Por su parte, mi linda votán está estudiando a su vez para promotora de salud de plantas medicinales, y creo que será muy buena.
Las zapatistas y los zapatistas han dedicado especial esfuerzo a la salud de las mujeres y tienen logros importantes combatiendo la mortalidad por parto y muchas otras enfermedades que antes del levantamiento diezmaban la población.
Después de tres días en San Pedro es inevitable notar que las y los zapatistas son tan fuertes en su convicción como en lo físico, trabajando la tierra o produciendo alimentos; cocinar unas gorditas de maíz con calabaza rellenas de frijol supone una cantidad de esfuerzo extenuante para alguien como yo. Cada bocado me sabía a esa fuerza y ese amor invertidos en el alimento para la familia y para los estudiantes.
El agua llega en tuberías hasta la comunidad, no así la electricidad. Así es que a  las seis de la tarde ya requeríamos de la luz de las velas o de las lámparas de mano. Sin televisión, sin luz artificial, sin aparatos electrodomésticos, sin cargar la batería de celulares o artefactos pudiera parecer una condena, pero en realidad es una liberación.
En la madrugada del tercer día, como a eso de las 4 de la mañana, toda la familia, con excepción del bebé, se levantó a preparar nuestros alimentos, mientras los alumnos dormíamos, a las cinco y media que despertamos ya teníamos cafecito, platanitos machos cociditos, taquitos de frijolitos y lo más importante, una familia que  nos mostraba cómo se trata a los visitantes, como se enseña y se da el trato de hermanos. Ahí no era una señora, o una mujer, ahí siempre me llamaron compañera, situación que asumo desde mi corazón de forma definitiva.
Nos reunimos los estudiantes en la misma meseta donde fuimos recibidos, esta vez con el amanecer. Ya la noche anterior nos habían ofrecido un convivio en la comunidad en el que participamos preparando y cocinando las gallinas que el colectivo de mujeres aportó. La despedida tuvo su ingrediente de melancolía, porque es un poco triste que los corazones que se han comunicado y entendido se separen, pero sólo un poco porque nos entendimos para siempre y eso es para celebrarse.
Hay que resaltar que los maestros, los votanes y la comunidad entera se asumieron como nuestros cuidadores, mostrando un solo corazón y sentir hospitalario y militante, y eso es mucho de lo que hay que aprender y poner en práctica. Y que aunque las mujeres asumen el cuidado de la familia y los hijos además de otras duras tareas, su participación en la vida de la comunidad y de los territorios zapatistas es mucho mayor que en el resto del territorio nacional; para muestra pregúntense cuántas presidencias municipales existen en nuestro país y cuántas de ellas son ejercidas por mujeres.
De regreso, en el Caracol, asistimos al cierre de la Escuelita que consistió en la lectura de las preguntas que los alumnos formularon durante su estadía en comunidades y las respuestas que fueron dando los compañeros zapatistas de la Junta de Buen Gobierno del Caracol. Algunos alumnos tomaron la palabra y manifestaron su agradecimiento y expectativas del futuro.
Toda la tarde hubo música y un delicioso caldo de res para los egresados, seguimos conviviendo con nuestras y nuestros votanes y por la noche hubo baile y mucho ambiente. Mi votán y yo no bailamos porque acordamos que somos tímidas, así que platicamos y convivimos.
Pues sí, así terminó el primer nivel de la Escuelita, pero no es un fin sino un principio, los zapatistas siempre nos dan principios y hay mucho futuro por delante por más que lo quieran anular los poderes imperialistas porque nunca se vuelve a ser el mismo cuando se vive en un Estado de Impunidad, y ves de pronto algo intangible e inasible como la Justicia, construyéndose colectivamente y a cada momento, espectáculo equiparable únicamente a la imponente naturaleza que tiene ese maravilloso estado de Chiapas y que afortunadamente está dentro de nuestro país y muy pero muy dentro de mi corazón.

martes, 25 de marzo de 2014

Colectiva Guanajuato en Congreso Nacional Indígena Región Centro Sur los días 22 y 23 de marzo de 2014

Foto: Susana Gil

Colectiva Guanajuato asistió al Congreso Nacional Indígena Región Centro Sur los días 22 y 23 de marzo de 2014
Por María Jiménez
La luz y el calor del sol besan al pueblo de San Francisco Xochicuautla, alojado en una cañada boscosa como muchas de las comunidades que existen en esta parte del Estado de México. A tan solo poco más de una hora de la Central Observatorio de la Ciudad de México, las y los compañeros indígenas no han perdido su identidad de pueblos originarios y se organizan para rescatar su sabiduría ancestral en resistencia a la carretera que el gobierno quiere imponerles y que pretende que cruce precisamente en medio del bosque, afectando más de 51 hectáreas de esta reserva natural y zona sagrada.
Peña Nieto, siendo gobernador del Estado de México otorgó el permiso de esta obra a un particular que tiene miras de construir además de la autopista, un conjunto residencial argumentando la enorme riqueza acuífera de la zona. Desde un principio los pobladores se han manifestado en contra de la expropiación impuesta por el gobierno, además de que dictámenes de expertos ambientales se oponen a la degradación que produciría este proyecto.
La represión no se ha hecho esperar, los pobladores han tenido que soportar arrestos, amenazas, espionaje, estrategias del gobierno para dividirlos y que entre ellos mismos se distancien, acciones todas que acostumbra a realizar el poder antidemocrático del Estado mexicano.
Es por eso que el Congreso Nacional Indígena Región Centro Sur convocó a los pueblos originarios de la zona y a la sociedad en general para compartir experiencias, saberes y estrategias para hacer frente y resistir a los embates con que el capitalismo salvaje pretende atropellar a las personas y al medio ambiente.
El principio la Ceremonia, como símbolo de devoción hacia la naturaleza, hacia las creencias de cada asistente, sin importar diferencias de credos, los actos cargados de significado nos identifican como hermanos, a través de incensarios, ofrendas y presencias.
Medios independientes y colectivos estuvieron presentes para participar en este importante evento, en donde se ofrecieron gratuitamente alimentos y bebidas durante todo el día, pretexto para demostrar la solidaridad y la generosidad de los hermanos de San Francisco Xochicuautla.
Fuimos testigos de la actividad de las y los jóvenes de la comunidad, asumiendo un liderazgo decidido, trabajando junto con estudiantes universitarios para el desarrollo del Congreso. Todas las generaciones, hombres y mujeres, en un mismo sentir y corazón.
Llegó el momento de que hablaran las y los representantes de las comunidades de la zona y algunas de lugares más alejados, para exponer brevemente su situación, acompañados por la fuerza y la vitalidad de los compañeros de San Mateo Atenco, que nos recordaban cómo hay que luchar: de pie, con los brazos levantados, animándonos unos a otros.
Por la tarde se iniciaron las mesas de trabajo que trataron temáticas como el territorio, la identidad y la cultura, las reformas estructurales y los megaproyectos de muerte. Los asistentes participaron activamente, todos tuvimos la libertad de hacer uso de la voz y compartimos nuestros sentires y solidaridad.

Hay una energía que va creciendo porque es contagiosa y es la de la alegría, la de la organización, la de la autonomía porque lo hemos escuchado, lo hemos visto, lo sabemos, otro mundo es posible.

sábado, 22 de marzo de 2014

ESCUELITA DE LA ESCUELITA ZAPATISTA EN GUANAJUATO CAPITAL



La escuelita de la escuelita zapatista
COLECTIVA GUANAJUATO
Por razones académicas me encuentro realizando mi año sabático en la Universidad de Guanajuato, lo cual es motivo de satisfacción pues esta Universidad es mi Alma Mater original, ya que realicé  mis estudios universitarios como arquitecto entre 1967 y 1971 en plena efervescencia estudiantil en México y el mundo,  aunque en la ciudad de Guanajuato todo pasó desapercibido, pues en 1968, el Rector de aquella época, Euquerio Guerrero (que dicho sea de paso, siendo Magistrado de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en 1971, fue padrino de mi generación), ordenó prolongar las vacaciones hasta varios días después de que había pasado la matanza de Tlalteloco, el 2 de octubre de 1968; que por cierto, ahora que estoy acá, supe lo que pensaba el Rector, acerca del movimiento estudiantil, pues  leí en sus memorias lo siguiente:Así llegamos al año 1968 en que una racha negra se abatió sobre todas las Universidades del mundo y de México y tuvimos la enorme suerte de que solo nuestra Universidad de Guanajuato se abstuvo de participar en las agitaciones pues los Universitarios se negaron a aceptar las invitaciones  que para ese fin les formularon estudiantes metropolitanos, que llevaron tentadoras ofertas de dinero”.  Cualquier semejanza con la realidad sudcaliforniana, es mera coincidencia.
Dicho lo anterior, por motivos personales, estando en la ciudad de Guanajuato, por varias semanas busque por donde podía algún colectivo que tuviera afinidad con el pensamiento zapatista pero nunca lo encontré; hasta que supe que  habría la presentación de un libro que organizaban en Celaya los Adherentes a la Sexta de la Selva Lacandona de esa ciudad y de las y los Adherentes de La Otra León; me subí a un autobús y me fui a una galería de arte donde sería la presentación; ahí supe que en Guanajuato capital no estaban organizados colectivos, me dijeron en Celaya que probablemente en una cafetería alternativa llamada El Lechón Ilustrado, podría encontrar a alguien que había ido a la escuelita zapatista, pues era un lugar abierto a todas las manifestaciones culturales y formas de pensamiento, donde hay al menos una actividad cultural semanal, los jueves; me acerque con mucha incertidumbre y pregunté si conocían alguna persona afín al pensamiento zapatista, y me dijeron  que parecía que un profesor de matemáticas había estado en la escuelita zapatista de agosto; estando ahí, leyendo y tomando un café, se acercó una compañera que pensaba ir en diciembre a la escuelita,  le comenté que yo era Adherente a la Sexta Declaración de Selva Lacandona en Baja California Sur y que participaba en el colectivo de la Radio Zapatista Sudcaliforniana brazo sonoro Frente Zapatista Sudcaliforniano y  pregunte si podría dar una plática sobre el zapatismo, y fue que me canalizó con la encargada de la cafetería, que por cierto estudiaba Filosofía y que había conocido a mi hijo cuando estudiaba la maestría en esa escuela  en la Universidad de Guanajuato, fue el caso que el 5 de diciembre de 2013, en uno de sus jueves culturales, impartí una plática sobre los 30 años del EZLN, los 20 del levantamiento indígena y los 10 de los Caracoles que el propio Lechón Ilustrado promocionó.
Fue ahí donde conocí a otra compañera que también pensaba ir a la Escuelita Zapatista en diciembre. Ambas comentaron por separado que sería muy bueno que se organizara un jueves cultural en el Lechón Ilustrado donde ellas contaran la experiencia que tendrían en la escuelita zapatista. Y así fue, me parece que a finales de enero o principios de febrero  hubo un encuentro de cuatro compañeros, dos hombres y dos mujeres, que en la práctica dimos por formado lo que después  se llamó la COLECTIVA GUANAJUATO, y el martes 11 de febrero, previa presentación de carteles zapatistas por el colectivo de La Otra León  tuvo  lugar una presentación pública de los testimonios de cuatro compañeras y dos compañeros que estuvieron en la escuela zapatista de agosto y diciembre y llamaron a todos y a todas los asistentes a participar  en la  Escuelita de la Escuelita Zapatista que organizaría la COLECTIVA GUANAJUATO, los MARTES de cada semana, a las 7 de la tarde en El Lechón Ilustrado, utilizando los cuatro Cuadernos del primer Curso La Libertad según l@s Zapatistas, con los siguientes temas: 18 febrero: Territorialidad y niveles del  gobierno autónomo;  25 de febrero: Funciones, derechos y deberes del gobierno autónomo y de las JBG; 4 de marzo: Proyectos colectivos en la autonomía zapatista; 11 de marzo: Relaciones de las comunidades zapatistas y las JBG con la sociedad civil; 18 de marzo: Educación y autonomía zapatista; 25 de marzo: Salud y autonomía zapatista; 1 de abril: Justicia y autonomía zapatista; 8 de abril: Mercado justo y comercialización de productos zapatistas; 29 de abril: Las mujeres zapatistas  y las JBG; 6 de mayo: Las mujeres zapatistas y los MAREZ; 13 mayo: El trabajo colectivo y las mujeres zapatistas; 20 de mayo: Ley Revolucionaria de Mujeres; 27 de mayo: La resistencia ideológica de l@s zapatistas; 3 de junio: La resistencia económica, política, social y cultural de l@s zapatistas; y el 10 de junio: Tierras recuperadas y resistencia a los paramilitares y el mal gobierno.
Los dos compañeros y las cuatro compañeras, estudiantes de la escuelita zapatista que dieron su testimonio público sobre el viaje a San Cristóbal de Las Casas, su registro en el CIDECI-UNITIERRA, su transportación a los caracoles, sus largas caminatas a las comunidades en los altos o en la selva; su inolvidable experiencia con la familia indígena zapatista donde vivieron, sus reuniones en la comunidad y en el caracol, el trabajo colectivo donde participaron; el intercambio y diálogo permanente con su guardián o guardiana del EZLN (Votan); el diálogo que sostuvieron con niños y niñas, jóvenes y jóvenas, con adultos y adultas, con ancianos y ancianas de las comunidades; fueron realmente extraordinarios, esperanzadores y alentadores los testimonios de quienes habían estado en territorio zapatista en Chiapa; que conmovió a las y los asistentes ese martes 11 de febrero en el Lechón Ilustrado.  Hubo algo adicional en esa reunión que acaparó la atención de los que estábamos en la presentación:  una compañera que venía de la ciudad de León, levantó la mano, para decir que ella también había ido a la escuelita zapatista en diciembre, que se había enterado por internet que habría esa actividad en el Lechón Ilustrado, y que pedía permiso para leer una crónica que ella había escrito el último día de la escuelita en la casa de la familia zapatista que le había dado cobijo, cuidado y alimento durante una semana; escuchamos con mucha atención la palabra de la compañera que fue de tal frescura que alimentó la esperanza en el zapatismo. A partir de entonces, ella  participa con nosotros y nosotras en la COLECTIVA GUANAJUATO y hasta se encargó del diseño del blog.
Los temas de la Escuelita de la Escuelita Zapatista se ha venido realizando semanalmente, y para dar seguimiento a los temas, este sería el primer artículo de opinión para el periódico El Sudcaliforniano, de una serie que he llamado “La escuelita de la escuelita zapatista y la colectiva Guanajuato”.
  GILBERTO
 Guanajuato, Guanajuato, 19 marzo 2014
(Publicado el viernes 21 de marzo de 2014 en el periodico El Sudcaliforniano de la ciudad de La Paz, B.C.Sur)